Se avecinan los insectos robóticos

Se avecinan los insectos robóticos

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En general, poco nos paramos a pensar en todas las maravillas que son capaces de hacer los insectos, tan sólo nos preocupan sus picaduras o su capacidad de transmitir patógenos. Pero una mirada atenta a estos diminutos seres nos revela autenticas proezas de la aerodinámica y capacidades físicas sorprendentes... toda una fuente de inspiración para crear los aliados cibernéticos del futuro: los insectos robóticos.

 

Insectos robóticos 

robobeeDesde la polinización programada de cultivos hasta la búsqueda de supervivientes en desastres naturales, son muchas las aplicaciones que pueden llegar a tener los insectos robóticos en los próximos años. 

Los minirobots en forma de abeja o cucaracha ya están de camino. Empresas y equipos de investigación dedican tiempo y dinero a entender el funcionamiento de los mecanismos naturales, que permiten a los insectos volar haciendo acrobacias o comprimirse y resistir fuerzas mucho mayores que su peso corporal sin lesionarse.

Abejas mecánicas 

De hecho, los vehículos aéreos no tripulados o drones ya son una realidad, tanto en el campo del ocio, como en aplicaciones industriales. Recordemos, por ejemplo, en el sector del control de plagas, su aplicación para combatir a los mosquitos. Gracias a los drones, dotados con cámaras, los técnicos pueden detectar posibles focos de infestación ocultos o situados en zonas no accesibles, donde pueden reproducirse los mosquitos. 

Sólo falta sofisticarlos y dotarlos de nuevas capacidades, que los hagan más parecidos a sus parientes naturales, aumentando su eficiencia y precisión de vuelo.

En esta línea, la Universidad de Harvard (EEUU) trabaja en su microrrobot Robobee, una diminuta abeja artificial inspirada en las naturales. Robobee mide aproximadamente la mitad de un clip sujetapapeles, pesa menos de una décima de gramo y vuela utilizando "músculos" artificiales, hechos de materiales que se contraen cuando se les aplica tensión, tecnología que le permite mover las alas hasta 120 veces por segundo.

Uno de los grandes retos para su autonomia de vuelo, la reserva de energía, parece estar medio resuelta con su capacidad para posarse durante el vuelo, como una mariposa o un pájaro, para ahorrar energía. La idea del proyecto Robobee es ambiciosa y busca desarrollar micro-vehiculos aéreos capaces de un vuelo autónomo y autodirigido, con sensores que imitan los ojos y las antenas de las abejas, y, además, conseguir un comportamiento coordinado de grupos grandes de micro-robots.

Para lo bueno y para lo malo, serán sin duda una herramienta de futuro. Son capaces de registrar lo que el ojo humano no ve y pueden llegar a sitios a los que una persona no podría ni acercarse, sin poner en riesgo su vida.  Robobee será capaz de realizar una gran variedad de tareas positivas en la agricultura o será un valioso instrumento en caso de emergencia, para la observación previa del terreno y la definición del plan de acción a seguir. Pero también será, con seguridad, un desafio problemático para la intimidad de las personas y la seguridad en muchos campos.

Cucarachas cibernéticas

También los insectos rastreros pueden ser interesantes para la robótica. Las habilidades de las cucarachas, por ejemplo, no han pasado por alto a investigadores de la Universidad de Berkeley en California, creadores del robot compresible con mecanismos articulados CRAM, inspirado en las escurridizas cucarachas.

Los exoesqueletos articulados de las cucarachas les permiten una locomoción rápida y, a la vez, conservan la habilidad de un cuerpo blando, capaz de cambiar de forma para explorar ambientes confinados. De este modo, pueden contraer su cuerpo un 40-60% para introducirse en grietas y, además moverse rápidamente en esta situación. 

No es de extrañar pues, que los flexibles y resistentes exoesqueletos de la Periplaneta americana y sus colegas, asi como su habilidad para desplazarse en espacios extremadamente estrechos, puedan servir de inspiración para diseñar robots de búsqueda y rescate, capaces de penetrar en los escombros generados por tornados, terremotos o explosiones.

 

Fuente: Universidad de Harvard y Universidad de Berkeley
Imagen: Universidad de Harvard

 

 

 

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