Ésteres de organofosforados, un nuevo reto para la calidad del aire interior

Ésteres de organofosforados, un nuevo reto para la calidad del aire interior

calidad del aire interior

La calidad del aire interior en hogares, lugares de trabajo, espacios públicos y medios de transporte puede verse afectada por los ésteres de organofosforados, sustancias químicas plastificantes y retardantes de llama que, sin saberlo, respiramos a diario y que podrían estar comprometiendo nuestra salud.

 

 

Calidad del Aire Interior 

A pesar de la creciente evidencia científica sobre la importancia de la calidad del aire interior y su impacto directo en la salud humana, aún existe una notable brecha entre el conocimiento disponible y su aplicación práctica en la vida diaria.

Este desfase se hace más evidente al considerar la omnipresencia del plástico en nuestro entorno y las implicaciones que esto tiene para la calidad del aire que respiramos dentro de los espacios cerrados.

El plástico, material ampliamente utilizado por numerosas industrias debido a su bajo costo, facilidad de manufactura, ligereza y durabilidad se extiende a campos tan diversos como el embalaje, la construcción, la automoción, la electrónica y el ocio. Compuesto principalmente por polímeros derivados de combustibles fósiles, el plástico se enriquece con más de 3.000 aditivos químicos para modificar sus propiedades, muchos de los cuales son tóxicos y persistentes en el medio ambiente.

Entre estos aditivos, los ésteres de organofosforados (OPE) destacan por su uso como plastificantes y retardantes de llama, representando una fuente de contaminación ubicua en la sociedad moderna. Estos compuestos, que migran continuamente de los productos al aire y al polvo, han demostrado ser tóxicos para la salud animal y humana.

Exposición a OPEs por inhalación

La investigación sobre la exposición humana a los OPE través de la inhalación en interiores es aún limitada. En este contexto, un estudio realizado por los investigadores del IDAEA-CSIC Aleix Blasch, Teresa Moreno y Ethel Eljarrat en la zona metropolitana de Barcelona, evalua la exposición diaria a OPEs, a través de la inhalación de partículas finas (PM2.5) y a través del polvo, en diversos espacios interiores, incluyendo distintas estancias de viviendas, lugares de trabajo y medios de transporte. 

De los 17 ésteres de organofosforados analizados en 56 entornos distintos, se detectaron 15 en muestras de partículas finas y 16 en muestras de polvo. Las concentraciones más altas de estos contaminantes se hallaron en los medios de transporte (coches y transporte público: bus, metro o tranvía) con una media de 56.7 ng/m3, mientras que baños, cocinas, dormitorios, salones y lugares de trabajo mostraron valores medianos mucho más bajos y similares entre si.

Los OPEs más dominantes en todas las muestras de partículas finas fueron el TCIPP y el TEP. El primero se utiliza como aditivo químico en la espuma para muebles, lo que provoca su lixiviación con el tiempo y su acumulación en partículas finas en ambientes interiores. El segundo se utiliza en polímeros y productos de revestimiento, y puede liberarse en los ambientes interiores a partir de objetos de larga duración que lo contienen, como muebles, cortinas o productos electrónicos.

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Imagen: islandworks /Pixabay

Límite de exposición diaria

En el estudio se evalúa también la exposición diaria a OPEs a través de la inhalación de partículas PM2.5, así como por contacto dérmico y a través de la ingestión de polvo contaminado.

El estudio se centra en las partículas de tamaño finas PM2.5 presentan un factor de riesgo más alto en comparación con partículas más gruesas, ya que por su diminuto tamaño, pueden inhalarse, depositarse en el tracto respiratorio y finalmente ingresar al torrente sanguíneo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el riesgo por inhalación podría estar subestimado, ya que en el estudio no se analizan partículas más gruesas ni fases gaseosas. La misma situación se aplica al contacto dérmico y la ingestión, ya que en el estudio solo se tiene en cuenta la exposición relacionada con el polvo, excluyéndose el contacto dérmico (por ejemplo, con muebles o textiles) o la ingestión de alimentos y bebidas.

Según los autores, aunque las concentraciones encontradas están por debajo del umbral de riesgo para la salud humana, algunas se acercan peligrosamente a los límites de riesgo carcinogénico. Apuntan además que se tiene en cuenta la ingesta diaria total estimada de OPEs de las diferentes fuentes de plástico que nos rodean, la exposición podría superar los límites de seguridad para la salud humana.

Actualmente, no existe un límite establecido en la legislación para los ésteres de organofosforados, considerados compuestos de preocupación emergente. Aplicando el principio de precaución, los autores del estudio subrayan la necesidad de reducir el uso de ciertos OPEs, especialmente aquellos que presentan los valores más altos de riesgo carcinogénico, dada su ubicuidad en microambientes domésticos, laborales y de transporte.

El estudio es también una muestra más de la necesidad de aplicar protocolos y programas de mantenimiento que mejoren la calidad del aire interior, protegiendo así la salud de las personas frente a la exposición inadvertida a sustancias potencialmente nocivas presentes en nuestro entorno más inmediato.

 

Referencia bibliográfica:

Assessment of Daily Exposure to Organophosphate Esters through PM2.5 Inhalation, Dust Ingestion, and Dermal Contact
Aleix Balasch, Teresa Moreno, and Ethel Eljarrat
Environmental Science & Technology 2023 57 (49), 20669-20677
https://doi.org/10.1021/acs.est.3c06174
 

 

 

 

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