
En el mundo de las plagas urbanas, las hormigas destacan por su capacidad de organización y su persistencia. Un reciente estudio publicado por investigadores del CSIC analiza cómo las colonias de la especie Aphaenogaster senilis logran optimizar la búsqueda de alimento gracias a lo que sus autores describen como un “cerebro líquido”.
La inteligencia colectiva de las hormigas
Un equipo del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) ha analizado los patrones de comportamiento de las hormigas Aphaenogaster senilis, para entender mejor cómo estos insectos consiguen cooperar con tanta eficiencia.
Las hormigas de la especie Aphaenogaster senilis son propias de la región mediterránea. Son estilizadas, con patas largas, y presentan un color negro mate, con el cuerpo cubierto de una cierta pilosidad blanca. A diferencia de otras especies de hormigas, A. senilis no se comunica principalmente mediante feromonas, sino que utiliza el movimiento y el contacto directo entre individuos a través de las antenas.
Según los resultados de este estudio del CSIC, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), cada hormiga actuaría de manera relativamente simple pero la suma de todas sus acciones generaría un comportamiento colectivo altamente eficiente.
Equilibrio entre hormigas exploradoras y recolectoras
Los autores observaron y registraron los movimientos de cientos de hormigas en una estructura artificial, que replica las condiciones del hábitat natural, especialmente los comportamientos relacionados con la búsqueda y la explotación de fuentes de alimento.
Para ello, colocaron alimento en distintos puntos de la estructura y registraron cómo actuaba y se movía cada hormiga, cómo se transmitían la información entre ellas y cómo estos comportamientos afectaban a la eficiencia de la colonia.
Las hormigas mostraron dos patrones de movimiento: algunas adoptaron el rol de exploradoras, aventurándose en busca de nuevas fuentes de alimento, mientras que otras funcionaron como recolectoras, explotando y recolectando los recursos descubiertos.
La clave del éxito está en el equilibrio entre estos dos comportamientos: demasiadas exploradoras dispersan el esfuerzo, demasiadas reclutas reducen la capacidad de adaptación. El sistema, sin un líder central, se autorregula y ajusta la proporción de individuos en cada rol según las condiciones del entorno.

Aphaenogaster senilis / Carlos Pradera
La metáfora del “cerebro líquido”
Este patrón recuerda al funcionamiento de una red neuronal. Según los autores, no existe un “órgano de control” en la colonia, pero la interacción local entre individuos produce un comportamiento global inteligente y flexible. Es lo que los autores denominan un cerebro líquido: una red en movimiento capaz de procesar información y tomar decisiones colectivas en tiempo real.
Este concepto ha atraído la atención no solo de la biología del comportamiento, sino también de áreas como la robótica y la inteligencia artificial, donde se buscan sistemas distribuidos capaces de adaptarse sin necesidad de un mando centralizado.
¿Qué aporta a la sanidad ambiental?
El estudio no aborda aplicaciones directas al control de plagas, pero sí ofrece una enseñanza relevante: gestionar colonias de insectos sociales significa enfrentarse a sistemas vivos con una organización emergente, capaces de reconfigurarse ante condiciones ambientales cambiantes.
La investigación sobre Aphaenogaster senilis nos recuerda que las colonias de hormigas son mucho más que la suma de sus miembros. No estamos ante individuos aislados, sino ante comunidades que funcionan como un organismo colectivo, flexible y eficiente .
Referencia: P. Fernández-López, D. Oro, R. Lloret-Cabot, M. Genovart, J. Garriga & F. Bartumeus: Foraging ants as liquid brains: Movement heterogeneity shapes collective efficiency, Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 122 (31) e2506930122, https://doi.org/10.1073/pnas.2506930122 (2025).
Imagen de cabecera: Obrera de Aphaenogaster senilis transportando huevos/ C. Pradera (desinsectador.com)








