La Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) ha anunciado una decisión provisional, en la que propone establecer restricciones al uso de los insecticidas neonicotinoides acetamiprid, clothianidin, dinotefuran, imidacloprid y thiamethoxam. Los cambios propuestos por la EPA introducen medidas de mitigación de riesgos para insectos polinizadores, el medio ambiente y los usuarios de los productos.

El Insecticide Resistance Action Committee (IRAC), grupo técnico especialista de la asociación industrial CropLife dedicado a combatir la aparición de resistencia a los biocidas utilizados para controlar insectos y ácaros, actualizó en junio su clasificación del Modo de Acción (MdA) de estos ingredientes activos, incluyendo bio-insecticidas. El Comité IRAC España publicó también a principios de año una versión adaptada a la situación española.

Los cebos insecticidas son generalmente más seguros que la pulverización ya que utilizan muy poco ingrediente activo en su formulación y están diseñados para tener una acción específica sobre las especies plaga. Su efectividad es alta, apenas dejan residuos y permiten tratar áreas inaccesibles y sensibles. Su único punto débil parece ser el factor humano: la eficacia del cebo depende de su aplicador.

Incluso aquellas especies de garrapatas que tienen la ardua tarea de buscar y alimentarse de varios hospedadores en su ciclo vital, más de las tres cuartas partes de su vida permanecen fuera del huésped, en el suelo o entre la hojarasca. Sin embargo, existen pocos estudios que investiguen qué sucede con las garrapatas en sus períodos de latencia, y qué factores en estos períodos afectan a las poblaciones de estos arácnidos.